En este blog quiero mostrar la obra realizada hace unos años y la obra que vaya desarrollando, la iré subiendo por grupos de obra y temática, independientemente de la fecha en que haya sido realizada, espero que os guste y, tanto si os gusta mi trabajo, como si no os gusta, apreciaré cualquier comentario que queráis hacer.

Gracias por vuestra colaboración a la hora de difundir este blog si lo creéis conveniente.

Charo Gálvez

sábado, 26 de mayo de 2012

ESPIRAL

ESPIRAL
Parc Urbá Can Carreres
Sant Boi del Llobregat
Relñieve en bronce
50x50 cm




El proyecto para el parque urbano de Can Carreras incluye un laberinto cuya estructura la componen formas espirales, en su recorrido se instalarán veinte losas con un relieve en bronce de 50x50 cm.
Para que las partes conformen un todo, mi propuesta para la intervención art al carrer consiste en una espiral formada por una frase en relieve, “asegura la permanencia del ser a través de las fluctuaciones del cambio”, la frase está compuesta por letras de dos tamaños, las letras más grandes miden 4 cm, las más pequeñas están en proporción áurea con la mayor, 1,53 cm aproximadamente. Las letras disminuyen su tamaño en el rectángulo áureo que forma la espiral dentro del cuadrado. Esta frase encierra la esencia del simbolismo de la espiral y el laberinto, puesto que hace referencia al crecimiento proporcional y armónico, en todos los sentidos, tanto físico como espiritual.
La curva de la espiral está construida en base a la proporción áurea, para que su crecimiento sea armónico.
Es el resultado de un estudio comparativo de los simbolismos del laberinto y la espiral, ya que están estrechamente vinculados y se complementan tal como podemos leer en los apartados siguientes.
charo gálvez








Parque Urbano Can Carreras, Sant Boi de Llobregat 



LABERINTO
El laberinto es, originalmente, el palacio cretense de Minos donde está encerrado el Minotauro y de donde Teseo no puede salir sin la ayuda del hilo de Ariadna. La esencia del laberinto es circunscribir en el espacio más pequeño posible el enredo más complejo de senderos que dificulte la llegada del pasajero al centro que desea alcanzar. Su asociación con la caverna muestra que el laberinto debe permitir el acceso al centro por una especie de viaje iniciático, y prohibirlo a quienes no están cualificados. 
Para los alquimistas, el laberinto, representa la imagen total de la Obra, con sus principales dificultades: la de la vía que conviene seguir para alcanzar el centro, donde se libra el combate de las dos naturalezas, y la del camino que el artista debe seguir para poder salir. Esta interpretación se uniría a la de una cierta doctrina ascético-mística: concentrarse en sí mismo a través de los mil caminos de las sensaciones, emociones e ideas, suprimiendo todo obstáculo a la intuición pura y volver a la luz sin dejarse coger en los vericuetos de los caminos. La ida y venida en los laberintos sería el símbolo de la muerte y la resurrección espirituales.
El laberinto conduce también al interior de sí mismo, hacia una suerte de santuario interior y oculto donde reside lo más misterioso de la persona. El laberinto puede verse como combinación de dos elementos: la espiral y la trenza, en tal caso expresa una voluntad muy evidente de figurar lo indefinido en sus dos aspectos principales para la imaginación humana, es decir, el perpetuo devenir de la espiral, que teóricamente puede imaginarse sin término, y el perpetuo retorno, figurado por la trenza. Cuanto más difícil es el viaje y más son los obstáculos, más se transforma el adepto y en el curso de esta iniciación itinerante adquiere un nuevo yo.
La transformación del yo que se opera en el centro del laberinto se reafirma a plena luz, una vez finalizado el viaje de retorno. Este pasaje de las tinieblas a la luz, marca la victoria de lo espiritual sobre lo material y, al mismo tiempo, de lo eterno sobre lo perecedero, la inteligencia sobre el instinto, etc...

ESPIRAL
La espiral, cuya formación natural es frecuente en el reino vegetal y animal, evoca la evolución de una fuerza, un estado.
En todas las culturas se encuentra esta figura cargada de significaciones simbólicas: “la espiral es un motivo simple, se trata de una línea que se enrolla sobre si misma con un ritmo creciente e indefinido”. La espiral es y simboliza, emanación, extensión, desarrollo, continuidad cíclica pero en progreso, y rotación creacional.
La espiral plana está asociada al laberinto, evolución a partir del centro, o involución, retorno al centro. La espiral doble simboliza simultáneamente los dos sentidos de este movimiento, el nacimiento y la muerte, kalpa y pralaya, o la muerte iniciática y su renacimiento en un ser transformado. Indica la acción en sentido inverso de la misma fuerza al rededor de los dos polos, en las dos mitades del huevo del mundo.
La doble espiral es el trazado de la línea media del ying-yang, que separa las dos mitades, negra y blanca de la figura. El ritmo alternativo del movimiento queda así expresado en ella con más precisión, así como en el antiguo carácter chen (trueno). El ying-yang puede ser considerado como el rastro descriptivo, en el plano horizontal, de la hélice evolutiva. Esta hélice de paso infinitesimal simboliza el desarrollo y la continuidad de los estados de la existencia, o también de los grados iniciáticos, como ocurre en el uso simbólico de la espiral en la escalera de caracol.
La doble espiral de enroscadura opuesta (en S) es un símbolo de los cambios lunares y del trueno, mientras que la tormenta está a menudo asociada a los cambios de la luna. Es pues una expresión gráfica del simbolismo de la fecundidad asociado al complejo tormenta-trueno-relámpago, en este sentido puede representar el trompo.
La espiral es un símbolo de fecundidad, acuática y lunar; marcada sobre los ídolos femeninos paleolíticos, homologa todos los centros de vida y fertilidad, vida porque indica el movimiento en una cierta unidad de orden o por la permanencia del ser bajo su movilidad. Aparece en todas las culturas. Es un motivo que se encuentra a menudo grabado por los celtas sobre dólmenes y monumentos megalíticos.
Entre los indios pueblo de Zuni, en la gran fiesta del solsticio de invierno, que es también la fiesta de año nuevo, el primer día y después de haber encendido, sobre un altar, el fuego de año nuevo, se entonan cantos-espirales y se acompasan danzas-espirales. Esta costumbre podría dar la clave simbólica del origen de todas las danzas giratorias, entre las cuales la más famosa y la que conserva impoluta su riqueza simbólica, es la de los mevlevi o derviches-danzarines turcos: como dice Gilbert Durand, “asegura la permanencia del ser a través de las fluctuaciones del cambio”. El solsticio de invierno es, simbólicamente, el momento cero de la cosmología maya, y tiene la espiral por símbolo. Es el instante crítico en que debe asegurarse el nuevo inicio del ciclo anual, sin el cual ocurriría el fin del mundo.
Para numerosos pueblos de África negra la espiral o helicoide simbolizan la dinámica de la vida, el movimiento de las almas, en la creación y en la expansión del mundo. Algunas tribus bantú del Kasai (Congo), dibujan una espiral o una helicoide para indicar el movimiento de las almas, los espíritus y los genios, entre los cuatro planos del universo. En la glíptica de estos pueblos, una gran espiral flanqueada por dos más pequeñas representa al Dios supremo creando el sol y la luna. Una espiral sola representa la serpiente pitón adujada y abigarrada, imagen del Creador y del movimiento cíclico de la vida.
Dan, gran divinidad vudú, símbolo de continuidad, representado generalmente en Dahomey con la forma de serpiente que se muerde la cola, asimilado por otra parte al arcoiris, es considerado como un ser doble, bisexuado y gemelo en sí mismo, los dos en uno “enrollados en espiral alrededor de la tierra, que preservan de la desintegración”. La espiral toma aquí claramente su significación fundamental de movimiento original; es la vibración creadora de los dogón, que está en la base de toda creación. “Por sí mismo no hace nada; pero sin él nada puede ser hecho”, una frase impresionante de Paul Mercier.
La espiral simboliza también el viaje del alma después de la muerte, a lo largo de los caminos por ella desconocidos, pero conduciéndola por sus rodeos ordenados hacia el foco central del ser eterno.


PROPORCIÓN ÁUREA
El simbolismo de la concha espiriforme se ve reforzado por los estudios matemáticos que encuentran en ella el signo del equilibrio en el desequilibrio, del orden del ser en el seno del cambio. La espiral logarítmica, posee esta notable propiedad de crecer de una manera terminal, sin modificar la forma de la figura total y ser así permanente en su forma, a pesar del crecimiento asimétrico.
El “número de oro” o “proporción áurea” ha sido objeto de sabios estudios, en particular, el de Matila C. Ghyka que ve en este esquema numérico “el símbolo abreviado de la forma viva... de la pulsión, del crecimiento”. Corresponde a lo que los geómetras llaman la partición de una recta en media y extrema razón, es una relación tal que la parte más pequeña de una línea está en la misma relación con la mayor, que la mayor con el todo. Esto es lo que expresan las ecuaciones (a+b)/a=a/b y a/b=(V5+1)/2; o las fórmulas aritméticas que resultan, a: f=1,618033 que es la del número de oro, y su inversa 1/f=0,618 el equivalente aproximado del número de oro es la razón de 3 es a 5. Como decía Paul Valéry, esta razón es la de un dinamismo equilibrado que simboliza “el equilibrio entre el saber, el sentir y el poder”.
Las especulaciones aritmológicas sobre el “número de oro”, cifra de la figura logarítmica espiriforme, vienen a completar la meditación matemática de la espiral: “la curva de la espiral áurea expresa la ley del incremento orgánico, crecimiento que se produce de forma gnomínica euclidiana, ya que el ser vivo crece asimétricamente, pero permanece semejante a la figura inicial.”
Ello explica la preferencia que ha manifestado la arquitectura y el mundo del arte, en general, por esta proporción desde tiempos remotos, puesto que, aplicada a la composición, reproduce en la obra la misma ley de equilibrio armónico que rige el crecimiento de los seres vivos. El hecho geométrico y matemático de estas proporciones contribuye a la búsqueda de la constante invariable de las leyes de la composición: incluso en la sensación ocular, ciertas necesidades mecánicas del ojo humano dependen de estas leyes de matemática natural.
Por todas estas razones semánticas y por sus prolongaciones, semiológica y matemática, la forma helicoidal del caparazón del caracol, o de la caracola, es un glifo universal de la temporalidad, de: la permanencia del ser a través de las fluctuaciones del cambio.

Textos extraídos del Diccionario de los Símbolos de Jean Chevaliar-Alain Gheerbrant


Dibujos: Charo Gálvez




viernes, 11 de mayo de 2012

CAJAS


  Titulo: Primavera 1
Técnica: acrílico/madera
Medidas: 17,5x17,5x6 cm




Titulo: Verano 2
Técnica: acrílico/madera
Medidas: 17,5x17,5x6 cm




 Titulo: Otoño 1
Técnica: acrílico/madera
Medidas: 17,5x17,5x6 cm




Titulo: Otoño 2
Técnica: acrílico/madera
Medidas: 17,5x17,5x6 cm




Titulo: Invierno 1
Técnica: acrílico/madera
Medidas: 17,5x17,5x6 cm





Titulo: Invierno 2
Técnica: acrílico/madera
Medidas: 17,5x17,5x6 cm